30 septiembre 2008

99942 Apophis ¿mito o realidad?

Descubierto el 19 de junio de 2004 y designado provisionalmente como 2004 MN4, este asteroide, perteneciente al grupo de asteroides Atón, recibió el número permanente 99942 cuando su órbita pudo ser calculada con suficiente exactitud, convirtiéndose en el primer asteroide numerado con probabilidades de colisión con la Tierra.


Posiblemente por este hecho, poco después recibió el nombre de "Apophis", nombre griego del antiguo dios egipcio Apep, "el destructor", que habita en la oscuridad eterna del Duat (inframundo) y cada noche intenta destruir el Sol (el dios Ra).


Poco después de su descubrimiento, diversos sistemas de cálculo de trayectorias de todo el mundo calcularon la próxima fecha de máxima aproximación, coincidiendo todos ellos en el 13 de abril de 2029.

Seguidamente se calculó también la probabilidad de impacto, llegando inicialmente hasta un 2,7% (1 entre 37). Esta relativamente alta probabilidad, combinada con la medida del asteroide, que tiene un diámetro aproximado entre 250 y 320 metros, hizo que Apophis recibiese el nivel 4 en la escala de Turín y 1,10 en la escala de Palermo. Estos valores son los más altos que ningún asteroide haya alcanzado jamás.

Posteriores estudios realizados en 2006 mostraron una leve diferencia de unos 6 milímetros por segundo respecto en la velocidad esperada, corrección que aunque parezca diminuta, con el tiempo será lo bastante grande como para que la trayectoria del asteroide sea diferente a la calculada inicialmente, reduciendo el peligro de impacto con la Tierra.

Una vez que el cálculo de su órbita pudo ser afinado, se eliminó cualquier posibilidad de colisión para 2029, pero manteniendo un cierto riesgo para 2036.

Lo que es seguro es que en el año 2029, Apophis tendrá una de las mayores aproximaciones jamás vistas. Los cálculos, basados en un seguimiento intensivo de la orbita a lo largo de 885 días desde su primera observación, sugieren que su mínima distancia desde la Tierra será de 34680 km, por debajo incluso del nivel de una orbita geoestacionaria.

Este será el primer gran asteroide que los humanos avistemos a ojo desnudo cuando, en la noche del 13 de abril de 2029, Apophis cruce el cielo lentamente de sureste a noroeste, con una máxima velocidad angular de 42º por hora y con un débil brillo de magnitud 3,3. En Europa, Asia y África el fenómeno podrá ser visto a simple vista, lo que hace imaginar la proximidad del objeto a su paso.

Visto desde Madrid la máxima aproximación se producirá a las 21:38TU, con el asteroide en la constelación de Cáncer y a media altura sobre el horizonte en el oeste.

El problema a tener en cuenta es, si en este primer paso, la fuerza de gravedad de la Tierra modificará la órbita del asteroide lo suficiente para que pudiera impactarnos en el siguiente paso, en 2036. Por tanto, este acercamiento del 13 de abril de 2029 sentenciará si Apophis adquirirá trayectoria de colisión en su siguiente encuentro del 2036 con nuestro planeta, donde produciría un efecto superior al de 40000 bombas atómicas.

La probabilidad de impacto que se calcula para esta fecha es de 1 entre 45000. Como punto de comparación, esa probabilidad es comparable con la de tener el numero ganador de la Lotería de Navidad. Después, hay una probabilidad de 1 entre 12 millones de que la aproximación a la Tierra de 2036 podría desviar el asteroide hacia un impacto el 13 de abril de 2037.

Entrando en la Web del Near Earth Object Program podemos encontrar la tabla Earth Impact Risk Summary correspondiente a 99942 Apophis (2004 MN4), y en ella podemos observar que este asteroide tiene pronosticados dos impactos virtuales contra la Tierra para las efemérides del 13 de abril de 2036 y del 13 de abril de 2037 y con una velocidad de entrada en la atmósfera de 12,59 km/seg.

Para dichas fechas, en sus respectivas casillas de Distance rEarth, arroja valores de 0,53 y 0,63. Este valor expresa la distancia de proximidad, en radios terrestres, al paso cercano del asteroide, siendo ambos valores siempre inferiores a la unidad (el valor 1 es la equivalencia de un radio terrestre, 6420 km). De la misma tabla, confeccionada el 19 de octubre de 2006, se extraen las siguientes probabilidades de impacto (Pi).

Para el 13 de abril de 2036 el Pi es de 1 entre 45000, mientras que para su siguiente paso del 13 de abril de 2037 la probabilidad ya cae a 1 entre 12,3 millones. Aunque lo que aquí no se nos dice es: ¿cuál es el margen de error sobre el que se asientan estos cálculos?

Los expertos esperan a poder obtener más datos para sus análisis en 2013, año en el que se el asteroide dispondrá una buena situación para ello. En cualquier caso, su aproximación a la Tierra en 2029 debería ser aprovechada para ensayar las tecnologías de prevención de colisiones con cuerpos celestes.

La Fundación B612 ha efectuado estimaciones de la ruta que seguiría Apophis si el impacto de 2036 fuese a ocurrir, como parte de una iniciativa que está realizando para desarrollar una estrategia viable para desviar el asteroide con suficiente anticipación.

El resultado es un corredor angosto de unos pocos kilómetros de ancho, denominado la trayectoria de riesgo, la cual se ubica en la parte sur de Rusia, cruzaría el Pacífico, pasando a cientos de kilómetros de las costas de California y México, y luego proseguiría entre Nicaragua y Costa Rica, continuando por el Mar Caribe hasta cruzar por las regiones norteñas de Colombia y Venezuela, finalizando su recorrido en el Atlántico, poco antes de llegar a África.

En cualquier caso, y llegado el momento, Apophis se acercará a la Tierra desde atrás. Un impacto desde atrás siempre tiene menores consecuencias que un choque frontal porque la velocidad de impacto es menor. En el caso de Apophis, incluso teniendo en cuenta la aceleración a causa de la fuerza de gravedad de la Tierra, la velocidad del impacto seria de solo 12,6 km/s y la fuerza del impacto equivalente a 402 Megatoneladas: muy destructivo localmente, pero de consecuencias menores a una escala continental y sin consecuencias generales absolutas para el planeta Tierra.

02 octubre 2007

El Horizonte de Jufu, ¿una obra de ingeniería imposible?

El hombre teme al tiempo, pero el tiempo teme a las pirámides

El Horizonte de Jufu, así se conocía en el Antiguo Egipto a unas de las construcciones más fascinantes y misteriosas de todos los tiempos: La Gran Pirámide de Gizeh.

Sobre la Gran Pirámide de la meseta de Gizeh se ha hablado mucho, pero nunca se ha dado una respuesta satisfactoria a este enigma: ¿quiénes la construyeron? ¿por orden de quién? ¿cómo y cuándo fue erigida? El problema de la edificación de la Gran Pirámide se maneja en una atmósfera de incertidumbre y oscuridad, y hablar de ella es, sin duda, hablar de misterio histórico.

La fecha estimada de terminación de la Gran Pirámide se sitúa en torno al 2570 adC, durante el reinado del faraón Jufu (también conocido por su nombre griego Keops), perteneciente a la IV Dinastía.

Según algunos investigadores las pruebas dadas para asociar la Gran Pirámide al faraón Keops no son suficientemente concluyentes, ya que se reducen fundamentalmente a los testimonios de Heródoto y a algunas evidencias epigráficas, no universalmente aceptadas, encontradas en el interior de la pirámide.

Por otro lado, el único documento histórico que atribuye la construcción de la Gran Pirámide a Keops es el "Euterpe" de Heródoto, quien según muchos expertos era incapaz de distinguir entre historia y mitología. Según estos investigadores, algunas de sus afirmaciones no resultan especialmente fiables, ya que según las mismas, "vio en su viaje a Egipto tantas cosas que no existían, que le impidieron ver cosas allí existentes" (no menciona por ejemplo la presencia de la Esfinge ni de otros monumentos imposibles de camuflar).

En contra de la autoría de Keops, otros investigadores presentan como prueba la “Estela del Inventario”, descubierta por el francés Auguste Mariette, y en la que afirman existen pruebas de que la pirámide ya existía a comienzos del reinado del faraón; sin embargo, esta evidencia es muy tardía, bastante posterior a los tiempos de Jufu.

Con independencia de la identidad del instigador de su construcción, cabe plantearse si en esa época, sin evidencias de la existencia de grúas o máquinas de ninguna clase, un grupo indeterminado de obreros movió dos millones y medio de bloques de entre 2 y 80 toneladas, tallados con precisión óptica, a un ritmo estimado de 1 bloque cada 3 minutos.

Aceptando las teorías de muchos arqueólogos, en la construcción de la Gran Pirámide se tardaron unos 20 años, con más de cien mil hombres trabajando en ella. La aparición de ciertas cuestiones al respecto parece obvia: ¿cómo harían más de cien mil hombres para trabajar en un mismo lugar, sin molestarse unos a otros?, ¿se podía mantener esta multitud?, ¿cómo transportaban esos inmensos bloques de piedra desde las canteras de Aswan?, ¿cómo cortaban los bloques de granito con tal precisión, ya que no se han encontrado vestigios de que dispusieran de herramientas y equipos para ello? ¿cómo subían a la cima de la pirámide estos bloques de 80 toneladas?

Considerando además que la economía no era especialmente floreciente, ¿podían permitirse esta dedicación tanto en mano de obra como en atención a la misma?

Dejando a un lado el aspecto puramente logístico, todos los detalles de su estructura y morfología evidencian que los constructores de la Gran Pirámide poseían unos conocimientos científicos que muchos expertos dudan en conceder a los primeros egipcios.

Por ejemplo, y más allá de la magnitud de sus dimensiones, sus constructores orientaron sus cuatro paredes a los cuatro puntos cardinales con una precisión pasmosa y sin instrumentos ópticos orientaron algunos canales internos hacia la posición que ocupaban estrellas como Sirio, Zeta Orión o Alfa del Dragón.

Como vemos, la pirámide de Jufu es tan perfecta desde múltiples puntos de vista, y construida con una precisión tan admirable y profundamente anacrónica que cuesta atribuírsela a los egipcios de la IV Dinastía. Además, si los egipcios de IV Dinastía fueron capaces de crear semejantes prodigios arquitectónicos, ¿porque los de la V Dinastía únicamente fueron capaces de crear burdas imitaciones? ¿se olvidaron de construir pirámides?

La falta de pruebas concretas sobre la autoría de este monumento, así como el gran número de interrogantes y problemas tecnológicos planteados sobre su construcción (soluciones tecnológicas para erigirla, orientación geográfica y astronómica, vinculación con la constelación de Orión,...) han dejado el terreno abierto a la especulación: ¿quién construyó la Gran Pirámide?, ¿cuál era su finalidad?, ¿de dónde obtuvieron los egipcios de la IV Dinastía los conocimientos para su construcción?,...










26 septiembre 2007

Nuestro desconcertante satélite

“...estudiando el resto del sistema solar llegamos a la conclusión de que la Luna no debería estar ahí...” (Asimov)

Nuestro satélite lunar sigue constituyendo uno de tantos misterios con los que nos enfrentamos en relación con la explicación de nuestro Universo y todo aquello que lo compone.

En primer lugar, la Luna presenta una importante cantidad de anomalías: su desmesurado tamaño con relación al planeta, su extraña combadura, los desconcertantes cráteres y mares lunares, los mascones, las diferencias entre la cara oculta y la cara visible, su baja densidad y su extraño magnetismo, el extraño comportamiento de las ondas sísmicas, cambios de velocidad en el desplazamiento, anomalías térmicas y meteorológicas,...

Por otro lado, se han publicado varios catálogos en los que se registran varios cientos de observaciones anómalas registradas en la superficie de la Luna: luces y resplandores, extrañas construcciones, avistamientos, emisiones de radio,..., sin olvidar evidencias de extrañas conversaciones en las misiones lunares.

En relación al último punto, cabe destacar que los vuelos tripulados a la Luna fueron suspendidos bruscamente y desde entonces el hombre, al menos oficialmente, no ha vuelto a pisar la Luna, ¿por que?

Todos los misterios se pierden en la noche de los tiempos, y en el caso de la Luna estos misterios datan de muy antiguo pero, quizás, en la noche de los tiempos nuestro satélite ni siquiera estuviera presente. En la literatura hay multitud de alusiones a una época en la que la Tierra no tenía luna:

(1) Aristóteles nos dice en su Constitución de Tages que los bárbaros pelasgos, habitantes originarios de Arcadia antes de la llegada de los griegos, tenían derecho a la tierra por el hecho de “estar habitándola antes de que la Luna apareciera en los cielos”.

(2) Apolonio de Rhodas menciona también el tiempo en el que “sólo vivían los Arcadios, de quien se dice que habitaban en las montañas y se alimentaban de bellotas, antes de hubiera una luna”.

(3) Plutarco escribió en Las Cuestiones Romanas: “Había arcedianos seguidores de Evander, pueblos llamados prelunares”.

(4) Algo similar escribió Ovidio: “Se dice que los Arcadianos poseían su tierra antes del nacimiento de Júpiter, y el pueblo es más antiguo que la Luna”.

(5) Hipólito se refiere a una leyenda en la que “Arcadia llevó adelante a Pelasgus, de mayor antigüedad que la luna”.

(6) Lucio, en su Astrología, dice que “los Arcadianos afirman en su desatino, que ellos son más antiguos que la luna”.

Todos estos hechos desconciertan a muchos científicos pero animan a muchos otros a buscarles extrañas explicaciones. Ya se sabe que a extraños misterios, extrañas explicaciones; en fin, quizás no sean tan extrañas.


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